Resumen
Este artículo presenta
una revisión teórica y una propuesta metodológica para el estudio –en el
terreno, y a partir de metodologías cualitativas- de los retos locales que
esperan a la Justicia Transicional en el post conflicto colombiano. En
particular, el enfoque metodológico se orienta a la exploración de los impactos
de la violencia política cuando los civiles instrumentalizan los poderes
armados para orientarlos hacia otros civiles. Esta situación implica una
inversión de la lógica tradicional de la relación víctima-perpetrador que
abordo a partir de la categoría victimización horizontal, cuya
conceptualización (junto a la de conflicto armado y justicia transicional)
presento en el artículo. Para sustentar esta propuesta identifico la
pertinencia de tales conceptos al contrastarlos con evidencias empíricas
(recogidas en un trabajo de campo previo). Mi pregunta central se orienta a
plantear cuales son los retos que supone la victimización horizontal en la
Sierra de la Macarena para la definición de los escenarios de transición y
posconflicto que la posible firma de los acuerdos de la Habana entre el estado
colombiano y la guerrilla de las Farc representarían para los habitantes de
esta región colombiana.
Palabras claves: Justicia
Transicional, Victimización Horizontal, Conflicto armado colombiano, Sierra de
la Macarena, Etnografía
Artículo Recibido: Septiembre 2014 Artículo Aceptado: Octubre
2014
Keren
Marín González [1]
Ciencia Política.
Estudiante de último semestre
Universidad de Antioquia
keren.marin@udea.edu.co
Horizontal victimization and
transitional justice challenges for the Colombian post-conflict. A methodological
approach
Summary
The aim of this article is to present both the theoretical review and
the methodological perspective from a research project about the local
challenges for the Transitional Justice in Colombia. The research is grounded
in a case-study perspective, and is intended to explore the social impacts of
political violence amid peasant communities, specifically, when civilians use
armed powers against other civilians. This situation represents an inversion of
the victim-perpetrator logic that I understand from the horizontal
victimization category, that among the conceptual frame of armed conflict and
transitional justice, I am presenting in this article. In order to sustain my
proposal I am analyzing the pertinence of such concepts contrasting them with
empirical evidence collected in fieldwork. My central question is oriented to
propound what are the scenarios of transitions and post-conflict that the
possible signature of the Havana accords suppose for the local communities in
my region of study, the Sierra de la Macarena.
Keywords: Transitional Justice, Horizontal Victimization,
Colombian Armed Conflict, Macarena Mountains, Ethnography.
Introducción
“El pueblo es a la guerrilla como el agua al pez”. Esta
frase de Mao Tsé-Tung expresa muy bien la importancia de los civiles para los
procesos revolucionarios. Ganar las “mentes y los corazones” fue la respuesta
de las políticas contrainsurgentes de la guerra fría. Tales consignas permiten
comprender la posición estratégica que la población civil juega como actor
central para los grupos armados en conflictos de carácter irregular, pues es
mediante su colaboración, que los grupos armados (tanto guerrillas, como
ejércitos oficiales) obtienen –entre otras cosas- información valiosa que
resulta determinante en las contiendas para desequilibrar al enemigo sin
necesidad de emplear la fuerza.
Sin embargo, la población civil no solo sirve a los grupos
armados mediante la colaboración –voluntaria o de facto-, sino que los grupos
armados pueden llegar a servirles a los civiles para tramitar sus conflictos
privados mediante la violencia que ejercen.
Este proyecto de investigación busca explorar el fenómeno
social que esta inversión de la violencia política supone cuando la violencia
que los actores armados ejercen sobre la población civil es empleada por los
civiles contra ellos mismos. Tal inversión la entiendo como una victimización
horizontal. Para ello, identifico mediante evidencias empíricas (recogidas en
un trabajo de campo previo) e insumos teóricos revisados para la preparación de
este proyecto, una serie de casos que representan este fenómeno. Mi pregunta
central se orienta a plantear cuales son los retos que supone la victimización
horizontal en la Sierra de la Macarena -1990-2014- para los escenarios de
transición y posconflicto.
En el siguiente documento planteo las condiciones
generales del problema de estudio, el marco teórico que evidencia los
principales conceptos sobre los que se sustenta este proyecto y la pertinencia
y relevancia de esta investigación para la ciencia política y las comunidades
implicadas. Posteriormente expongo como metodología de investigación el estudio
de caso en relación con la etnografía política y su pertinencia en el ámbito de
la ciencia política.
I. PLANTEAMIENTO DEL
PROBLEMA.
El 10 de noviembre de 2002 el Pollo, presidente de la
Junta de Acción Comunal de su comunidad, padre de dos hijas y esposo de Doña
Soledad, fue asesinado por la guerrilla de las FARC-EP en la vereda el Socorro
de la Sierra de la Macarena. Los guerrilleros del Séptimo Frente justificaron
el hecho ante familiares y vecinos alegando que el Pollo era un ‘sapo’ del
ejército. Esta versión de los hechos fue aceptada por algunos miembros de la
comunidad como cierta, pues es común en la región considerar que si a alguien
lo mataron “fue por algo” (Espinosa, 2010a).
Ante el suceso, Doña soledad y sus hijas abandonaron la
región por miedo a represalias por parte del grupo guerrillero. Sin embargo,
con el transcurrir del tiempo, la gente de la vereda descubrió que la muerte
del pollo fue producto de “denuncias” y “cuentos” que los Echandía –vecinos con
quienes el Pollo guardaba viejas rencillas- llevaron a la guerrilla. Ante estos
rumores y en vista de que había nuevas versiones sobre los hechos, los líderes
comunitarios realizaron gestiones para asegurarse de que la guerrilla no
tuviese cuentas pendientes con la familia de El Pollo. Al cerciorase de que no
había problema alguno, Doña soledad y sus hijas regresaron a la vereda. De
igual forma y con el tiempo, la gente de la región - tras contrastar varios
rumores que circulaban en la vereda- acusó a los Echandía de entregar
información falsa a la guerrilla. Semejante acusación se vería demostrada
cuando a los pocos días los Echandía –aun sin ser guerrilleros o milicianos-se
desmovilizaron[2], marchándose de
la región. Esto permitió a la gente de la vereda comprobar que el Pollo no
había sido sapo del ejército sino una víctima más de “las malas lenguas” de sus
vecinos.[3]
La historia anterior me la contó una cuñada de El Pollo,
Doña Remedios, en enero de 2014, durante la primera de mis dos temporadas de (pre)trabajo de campo
para la elaboración de este proyecto. En tales temporadas (Dic. 2013/Enero
2014; Jun. 2014/Jul. 2014) tuve la oportunidad de realizar una serie de
recorridos desde San Vicente del Caguán hasta Guayabero, desde allí hasta el
Yarí, y de estas regiones a la zona rural del municipio de La Macarena en el
Guayabero bajo (Véase mapa 01). Durante mis recorridos por la zona tuve ocasión
de convivir con campesinos de la región por cortos periodos de tiempo y
plantearles mis ideas para adelantar un proyecto de tesis sobre la transición
política que se avecina. Este ejercicio me permitió establecer una red de
confianzas en la zona que me facilitan acercarme a otros pobladores y tener la
oportunidad de escuchar historias y experiencias sobre el carácter íntimo y
vivencial del conflicto armado.
Mapa 01. Ruta de los recorridos
realizados
Fuente: Espinosa, Nicolás (2010). Política de vida y muerte. ICANH,
Bogotá.
La Sierra de la Macarena es una región entre los
departamentos del Meta y Caquetá en donde la presencia de guerrilla ha sido
histórica (cfr. Aguilera, 2014; Espinosa 2010; Molano,). La construcción social
de La Sierra de la Macarena como territorio inició con las colonizaciones
campesinas durante el periodo de “la violencia”, la formación de las Guerrillas
Liberales del Llano entre 1949-1964 y la posterior fundación de las FARC a
orillas del río duda en 1964. Sin embargo y a pesar del esfuerzo militar del
estado desplegado en iniciativas como el
Plan Colombia en el 2000 o la Política de Seguridad
Democrática entre 2002-2010, la insurgencia aún mantiene una presencia activa
en la región (Espinosa 2013). Toda una
historia regional en medio de la guerra ha significado para sus habitantes una
dinámica social en donde el carácter intimo y vivencial del conflicto armado
–que antes he mencionado- se manifiesta en la instrumentalización de la violencia organizada
(política o no) a manos de civiles para negociar conflictos privados (fenómeno
analizado por Kalyvas, 2010). La historia de El Pollo permite observar este
fenómeno y también comprender por qué –según la propuesta de Kalyvas- son
precisamente los no-combatientes las principales víctimas en las guerras
civiles.
Imagen 1.Hacia el Guayabero Bajo.
Pre trabajo de campo, dic. 2013. Autoría propia
Con este proyecto, me propongo analizar aquellos
escenarios sociales en donde las dinámicas de la violencia política han sido capaces de
transformar a la población civil de actores
pasivos (sujetos sobre los cual recae la violencia estatal, para-estatal o
insurgente) a posibles actores no-pasivos
(sujetos capaces de conducir de manera indirecta la violencia ejercida por
grupos armados).
Para entender tales escenarios recurro al término de victimización horizontal que hace
alusión a contextos de guerra en los que los roles de víctima y victimario
colapsan (Orozco, 2005)[4] y en donde el
entorno social se caracteriza por la existencia de zonas grises (Levi, 2005)
que permiten que el oprimido se
haga opresor y el verdugo aparezca, a su vez, como víctima (Agamben2000).
El origen de este concepto se remite al carácter irregular de la guerra interna
que hace necesario para sus actores armados el despliegue de estrategias de
guerra que van más allá de la fuerza. Tácticas como la contrainteligencia y las
milicias, que exigen la participación de los no combatientes en el desarrollo
de las hostilidades (Kalyvas, 2009), hacen de los escenarios de guerra
contextos muy complejos. Tales condiciones permiten un tránsito continuo a
través del ciclo de violencia entre los
roles de víctima,
perpetrador y espectador (Cohen, 2001), situación que desafíala construcción
del concepto de víctima y victimario instaurada desde mitad del siglo XX hasta
el presente (Arias, 2012)
Las nociones tradicionales de victimización que menciono
la comprenden a partir de dos dimensiones: victima como cuerpo sufriente
visible (Sacrificialidad) y sujeto
pasivo de un delito tipificado (Juridicismo)
y victimario como sujeto que incurre en la violación de los Derechos Humanos
(Arias, 2012). Esta interpretación ha consolidado una perspectiva vertical de victimización (Orozco, 2005)[5] en la que los
roles de víctima y victimario resultan claros y estrictos en su dicotomía, pues
tal definición parte del hecho de que el victimario potencial es el estado
moderno (o dado el caso, grupos insurgentes o contraestatales) y los
civiles las potenciales víctimas.
Ante la necesidad de tramitar estos escenarios de
victimización, en el contexto jurídico internacional se erigió la justicia
transicional -tradicional- (Uprimny, 2005). Este tipo de justicia surgió
después de la segunda guerra mundial y se concretó con los tribunales de
Núremberg. Su objetivo radica en reconocer a las víctimas de crímenes atroces
el derecho a la justicia, verdad y reparación. Para ello, esta justicia hace
uso de formas legalistas que permitan el juzgamiento y el castigo a los
victimarios, pues solo mediante el reconocimiento de las responsabilidades se
puede garantizar la no repetición de los crímenes cometidos. (cfr. Gamboa,
2006; González, 2005; Orjuela y Lozano, 2012; Uprimny, 2005)[6]
Sin embargo, y pese a que en los conflictos internos los
procesos de victimización horizontal no son la excepción (cfr. Cubides, 2008;
Kalyvas, 2010; Theidon, 2004;), la justicia transicional se ha limitado a hacer
uso de sus mecanismos y procedimientos en escenarios verticales en los cuales
la dialéctica victima –victimario no admite superposición (Orozco, 2005). Esta
tendencia se ha visto reforzada por la incapacidad de los procesos jurídicos
tradicionales para develar las fracturas sociales que están detrás de
conflictos de carácter político, pues el derecho – así sea en contextos de
transición- solo toma una parte limitada de la realidad social al excluir de su
normatividad lo que le excede (i.e. González, 2005; Giraldo, 1997).[7]
En este sentido, la justicia transicional tradicional al
ser legado
jurídico y moral de Núremberg se instituye en torno al castigo, lo que le
impide comprender los procesos de victimización horizontal. En estos escenarios
más que el carácter punitivo de la justicia se busca la reconstitución de los
tejidos sociales de las comunidades afectadas por la violencia. (Theidon, 2004)
Esta tensión entre el carácter punitivo de la justicia
transicional y la necesidad de reconciliación en escenarios de victimización
horizontal, nos plantea interrogantes respecto a cómo observar y comprender
tales contextos. Boaventura de Santos Sousa, plantea que un aspecto importante
a la hora de negociar y resolver los conflictos es hacerlo usando una escala
adecuada. En este sentido, si la victimización horizontal se manifiesta en
escenarios íntimos tales como las comunidades, un modo viable para resolver el
conflicto está en reconocer –en primera
instancia- las condiciones específicas de su carácter local. (Santos, 1997)
Este reconocimiento de la escala local en que se presenta
el conflicto, me permite considerar prácticas jurídicas locales (como las
Juntas de Acción Comunal o los Comités de Conciliación) como mecanismos que
pueden contribuir a su negociación en relación con la justicia transicional.
Ejemplo de ello es la manera en como los problemas entre vecinos (bien sea por
conflictos económicos o desavenencias en cuanto a linderos, caminos o animales)
son solucionados en la Macarena. Allí se recurre –en primera instancia- a la
Junta de Acción Comunal (JAC), pues esta organización civil construye normas
jurídicas a partir de la concepción comunitaria sobre lo justo (Espinosa,
2010b), que permite a la justicia local tener poder y legitimidad para
conciliar los conflictos (Espinosa, 2009).
Imagen 2. Caminando la Vereda del
Socorro.
Pre Trabajo de campo, Jun. 2014. Autoría propia.
En este escenario, mi problema de investigación lo constituyen dos preguntas: (I) ¿cuáles han sido las
dinámicas de la victimización horizontal en la Sierra de la Macarena Meta en el
periodo comprendido entre 1990-2014? Y (II) ¿Qué retos –sociales, jurídicos y
políticos- plantea la victimización horizontal para el diseño y adopción de los
escenarios de transición y posconflicto a nivel local?
Para dar respuesta a estas preguntas he considerado la
pertinencia de realizar un estudio de caso sustentado en un trabajo de campo en
la Sierra de la Macarena, región ubicada en los departamentos del Meta y
Caquetá, punto de encuentro de los ecosistemas andino, amazónico y orinocense
(Espinosa, 2003) (Véase mapa 02). La temporalidad de mi estudio abarca el
periodo comprendido entre 1990 y 2014. Esta elección geográfica se debe a la
consideración de la Sierra de la Macarena como territorio de fuerte presencia
histórica de las FARC y zona de
retaguardia del Bloque Oriental, condición que ha determinado una relación
tanto instrumental como ideológica entre los campesinos de la región y el grupo
guerrillero (cfr. Aguilera, 2014; Espinosa, 2003 -2010a). En cuanto al periodo
comprendido este se enmarca en un escenario global del fin de la guerra fría,
los proceso de paz centroamericanos, y un escenario nacional caracterizado por
los procesos de desmovilización de grupos insurgentes como el M-19, la asamblea
constituyente de 1991, la zona de despeje entre 1999-2002 y la posterior ofensiva militar en las zonas de
retaguardia guerrillera mediante la política de Seguridad Democrática y el Plan
Nacional de Consolidación Territorial 2002-2014.
Fuente: Espinosa, Nicolás (2010). Política de vida y muerte. ICANH,
Bogotá.
dificultad para obtener información teórica al respecto[8]. En este sentido,
la mayoría de las bases de datos y fuentes que consulté durante la revisión bibliográfica[9], arrojaron que
ninguna tesis de pregrado, maestría o doctorado a tratado el tema en
universidades colombianas en donde se dicta la ciencia política. Este vacío
respecto a investigaciones y trabajos teóricos fruto de ejercicios empíricos
que ejemplifiquen la victimización horizontal se debe, de alguna manera, a la
adopción del enfoque jurídico como única perspectiva de análisis en los
procesos de victimización. Esta cuestión que también se manifestó al momento de
buscar relaciones analíticas entre la justicia transicional y la victimización
horizontal.
Considero que, en suma, mi proyecto resulta pertinente en
la medida en que busca comprender la victimización horizontal en su dimensión
teórica y práctica mediante un análisis sobre y desde el terreno. Esto me
permite un acercamiento al fenómeno desde una escala local (Santos, 1997)
adecuada para este tipo de interpretaciones, para así discutir -mediante un
trabajo cercano a las comunidades- las dinámicas de la victimización horizontal
y las posibilidades de tramitarlas en un escenario local de transición y
posconflicto.
En este sentido la pertinencia de este trabajo se sustenta
en tres razones: (1) para las comunidades de la Sierra de la Macarena puede
representar una posibilidad para evidenciar las formas de victimización
horizontal que han afectado al región, y contar con información rigurosa que
les permita diseñar los mecanismos locales idóneos para tramitarla. (2) Para la
2. REFERENTES TEORICOS
Este proyecto cuenta con cuatro categorías de análisis:
(1) Conflicto armado interno, (2) victimización horizontal y (3) Justicia
transicional.
Estas categorías me permiten hacer una (re)construcción
objetiva del contexto, pues “antes de incorporar la lógica de las prácticas, la
subjetividad de los actores, uno tiene que construir -como investigador- el
campo de determinaciones objetivas en donde se mueven los actores” (Auyero en
entrevista con Hurtado, 2005). En este sentido categorías como conflicto interno
y justicia transicional me permiten articular el concepto de victimización
horizontal a un marco histórico, político y social que sirve para explicar
mejor las prácticas de los actores en un espacio geográfico y temporalidad
especifica –Sierra de la Macarena 1990-2014-
2.1 Conflicto Armado interno
Para efectos de esta investigación retomo el concepto de
guerra civil de Stathis Kalyvas (2010), pues permite comprender- a partir de
una exhaustiva exploración hecha por el autor sobre la guerra civil griega- las
causas y dinámicas de la violencia en escenarios de conflicto interno.
El análisis realizado por Kalyvas parte del análisis de la
relación guerra civil, estrategias irregulares de guerra y violencia. Allí
señala que la particularidad de las guerras civiles está en su carácter
irregular, el cual se expresa en la asimetría militar entre los actores
enfrentados (Fuerzas militares- grupos rebeldes) y en la carencia de
enfrentamientos militares directos a gran escala. Este carácter irregular,
-contrario al carácter convencional de las guerras interestatales- demanda el
uso de estrategias irregulares de guerra que permitan los combates indirectos y
de bajo nivel.
Para el despliegue de estos mecanismos, los actores
enfrentados – cuya contienda ha conllevado a la quiebra efectiva del monopolio
de la violencia y a la división territorial de facto- buscan disputarse la
soberanía a lo largo del territorio nacional. En este enfrentamiento, buscan
establecer zonas de control y de influencia que les permitan movilizar la
población civil en el conflicto, pues es mediante ella en que las estrategias
irregulares de guerra son desplegadas: milicias, informantes,
contrainteligencia, colaboradores forzados etc. (cfr. Cubides, 2008; Franco,
2001).
Al respecto, Kalyvas señala que el campo de batalla en las
guerras irregulares no se restringe a la contienda militar, si no que se
despliega mediante una lucha silenciosa que se abre paso a través de la gente,
ante lo cual la guerra deviene a ser
“como un hombre que tiene que golpear al otro través del cuerpo del
árbitro” (Testimonio de un campesino Chipriota retomado por Kalyvas, 2010:
137).
En este escenario de guerra irregular, el carácter de la
violencia deviene a ser profundamente interactivo, pues la movilización de la
población civil en el conflicto genera, simultáneamente a la violencia ejercida
en las contiendas militares, una especie de violencia íntima, la cual se ejerce
con frecuencia en espacios locales como la comunidad, la vecindad o la familia
(i.e. Kalyvas, 2010; Theidon, 2004).Para comprender este tipo de violencia,
Kalyvas se centra en analizar como al interior de las comunidades –que se
encuentran en zona de guerra- se generan incentivos para que los individuos
hagan uso privado de la violencia mediante la politización de la vida privada. Ejemplo de ello es el uso de la denuncia
maliciosa la cual “está motivada ante todo, por cuestiones personales al margen
de causas políticas más amplias, por ejemplo, como pago por insultos
personales, aunque tales motivos puedan disfrazarse para parecer como
políticos.”(Kalyvas, 2010: 256)
Este uso íntimo de la violencia, explica Kalyvas, parte
del escenario de guerra civil. Al respecto el autor sustenta que la
cotidianidad de la violencia en los escenarios de guerra interna ofrece a los
individuos incentivos para solventar una gran variedad de agravios dentro del
espacio de un conflicto mayor. El uso de esta violencia intima se refuerza ante
la incapacidad de los actores armados para comprobar la información entregada
por los civiles, pues al no tener un alto nivel de control y una burocracia
eficiente, los procesos de verificación se dificultan (Kalyvas, 2010).
El fenómeno de la violencia intima logra explicar en
alguna medida porqué en las guerras civiles la gran mayoría de víctimas son no
combatientes. Sin embargo, cabe aclarar que este uso íntimo de la violencia por
parte de los civiles no exime de responsabilidad a los grupos armados (Fuerzas
militares y rebeldes) pues es gracias a sus incentivos[10]
que la población civil hace uso de la violencia.
2.2. Victimización horizontal.
En su libro titulado los “hundidos y los salvados”, Primo
Levi, prisionero
de los campos de concentración nazis entre 1944 y 1945, propone el termino de
“zonas grises” para describir situaciones en donde resulta confuso distinguir
“quien es quien” (Levi, 2005). Este concepto hace referencia a aquellos
escenarios en los cuales el esquema amigo/enemigo, victima/victimario no aplica
para su comprensión, puesto que allí existe un tránsito continuo de los sujetos
entre estas figuras ante la necesidad de sobrevivir u obtener privilegios.
Ejemplo de ello es que en los campos de concentración se era víctima,
victimario y espectador, y dependiendo de las circunstancias, estas tres
condiciones a la vez (Levi, 2005)
Levi construyó este concepto a partir de sus experiencias
en los campos de concentración Nazi. Allí, encontró que “las primeras amenazas,
los primeros insultos, los primeros golpes no venían de la SS sino de los otros
prisioneros, de ‘compañeros’ que se vestían con la misma túnica a rayas” (Levi,
2005:12).
Este suceso – en palabras de Levi- le permitió comprender
que más allá de los esquemas maniqueos (amigo-enemigo/ victima-victimario) que
reducen el caudal de los sucesos humanos a una inexorable oposición, hay
escenarios de tal complejidad que no admiten simplificación mediante estos
esquemas.
En relación con las zonas grises, Iván Orozco Abad (2010)
establece los procesos de
victimización en contextos de guerra a partir de dos perspectivas analíticas:
la victimización vertical y la victimización horizontal. Por victimización
vertical, comprende aquellos conflictos en los que es claro evidenciar quien es
la victima (inocente) y quien es el victimario (culpable). Orozco señala que
los procesos de victimización vertical se presentan –con mayor frecuencia- en
escenarios de totalitarismo y dictadura. Allí la figura del victimario recae
sobre el estado y la figura de victima sobre la población civil.
Por su parte, la victimización horizontal hace referencia
a aquellos escenarios en donde los roles
de víctima y victimario colapsan y se reduce la distancia entre ellos. En estos
escenarios de horizontalidad, la dialéctica –victima/victimario- se estructura
también a través de otras figuras distintas y complementarias como del vengador
o la del “sobreviviente”. (Orozco, 2005), lo que dificulta establecer quiénes
son los buenos y quiénes son los malos. Según Orozco estos procesos
horizontales de victimización son propios de escenarios de conflicto interno,
pues en ellos se presenta un mayor involucramiento y movilización de la
población civil en el conflicto.[11]
Finalmente, estos escenarios de victimización vertical y
horizontal plantean en su núcleo una discusión en torno a que medias judiciales
adoptar para su tratamiento. Respecto a la victimización vertical, Orozco
plantea que “cuando los campos de la victimización están claramente delimitados
y las víctimas tienen claro –tanto cognitiva como moralmente– quiénes son sus
victimarios, no quieren sino venganza o justicia estatal retributiva” (Orozco,
2002:92)
En contraste con ello, en los escenarios de victimización
horizontal se busca más la reconciliación y el perdón que la justicia (Orozco,
2002), dado al impacto de la victimización horizontal en las confianzas
comunitarias y los tejidos sociales. Ante ello, Orozco propone como
alternativa, el uso de mecanismos como el indulto y el perdón horizontal (desde
las comunidades, hacia las comunidades).
2.3 Justicia transicional.
La justicia
transicional, según Rodrigo Uprimny, se define como la serie de“…procesos a
través de los cuales se realizan transformaciones radicales de un orden social
y político, bien sea por el paso de un régimen dictatorial a uno democrático,
bien por la finalización de un conflicto interno armado y la consecución de la
paz” (Uprimny, 2005: 2).
Sin embargo, el concepto de justicia transicional varía en
relación con el carácter de los conflictos en que interviene (dictadura,
conflicto interno, guerra interestatal, totalitarismos etc.) dada la necesidad
de adaptarse a las diferentes y variadas circunstancias en las que tiene que
operar (i.e. Gómez, 2010; Lecombe,
2010).
En relación con los conflictos internos, los debates en
torno a la justicia transicional son dos
principalmente: (1) el debate modelo realista vs modelo idealista y (2) el
debate enfoques desde arriba vs los enfoques desde abajo. El primer debate
(realismo vs idealismo) gira en torno a qué parámetros debería ajustarse la
justicia transicional para su aplicación. El modelo idealista - siguiendo la
tradición contractualista y liberal occidental -plantea la necesidad de
apegarse a los parámetros normativos establecidos por el derecho y por su parte
el modelo realista considera que el derecho es resultado de la política y por
ende la justicia transicional depende de las condiciones sociales que se
imponen sobre lo que es deseable normativamente (Gómez, 2013).
El segundo debate (enfoques desde arriba vs enfoques desde
abajo) gira en torno a desde dónde debe de aplicarse la justicia transicional.
El enfoque desde arriba hace énfasis en el diseño de políticas públicas y
marcos jurídicos desde las élites políticas, lo que conlleva a
institucionalizar los escenarios de transición a nivel nacional. Por su parte,
el enfoque desde abajo “se concentra, de una parte, en la participación de
actores no estatales en el diseño político y la aplicación de mecanismos de
justicia transicional, y de otro, en prácticas no formales de resolución de
conflictos en espacios locales” (Gómez, 2013:153) dado los límites del derecho
como promotor de cambio social. (i.e. Eberhard, 2004; Wolkmer, 2001)
Para el desarrollo de mi proyecto, he decidido asumir la
justicia transicional desde la definición consignada en el
documento S/2004/616 de las Naciones Unidas:
“La justicia transicional o de transición, abarca toda la
variedad de procesos y mecanismos asociados con los intentos de una sociedad
por resolver los problemas derivados de
un pasado de abusos a gran escala, a fin de que los responsables rindan cuentas
de sus actos, servir a la justicia y lograr la reconciliación. Estos mecanismos
pueden ser judiciales o extrajudiciales, y tener distintos niveles de
participación” (Secretario General Naciones Unidas, 2004:6)
La elección de este concepto se sustenta en tres razones
metodológicas: (I) porque me permite reconocer las condiciones particulares del
contexto local como elemento fundamental para caracterizar la victimización
horizontal a partir de la justicia transicional, (II) porque el concepto
permite integrar al desarrollo de la justicia transicional diversos actores
(comunidades, organizaciones campesinas, organizaciones de victimas,
instituciones) y enfoques desde abajo que reconozcan la diversidad de procesos,
practicas jurídicas alternativas y mecanismos indispensables para el post
conflicto regional y (III) porque el concepto al no establecerse desde una
definición cerrada permite identificar mediante el trabajo de campo el papel
que instancias comunitarias como las JAC o los Comités de Conciliación pueden
jugar en el trámite de la victimización horizontal a escala local.
3. OBJETIVOS DEL PROYECTO
Objetivo General:
Investigar los retos que las dinámicas de victimización
horizontal sucedidos en la Sierra de la Macarena Meta durante el periodo
1990-2014, plantean para el diseño y adopción de los escenarios de transición y
posconflicto a nivel local en la zona de estudio.
Objetivos Específicos:
- Caracterizar las dinámicas de los procesos de
victimización horizontal ocurridos en la Sierra de la Macarena, Meta durante el
periodo 1990-2014.
- Identificar las condiciones sociales y políticas que han
definido las dinámicas victimización horizontal en la Sierra de la Macarena,
Meta en el periodo 1990-2014.
- Establecer el papel que las instituciones comunitarias
(i.e. Juntas de Acción Comunal, Comités de Conciliación) pueden jugar en la
Justicia Transicional para tramitar los escenarios de victimización horizontal
en el posconflicto.
4. DISEÑO METODOLOGICO
Esta investigación es de tipo cualitativo, exploratorio y
explicativo[12]. El método de
investigación que emplearé es el estudio de caso, pues este me permite
“comprender las dinámicas presentes en contextos singulares, combinando
distintos métodos para la recogida de evidencia cualitativa y/o cuantitativa
con el fin de describir, verificar o generar teorías” (Martínez, 2006:174);
pues “el caso no representa simplemente una singularidad sino que, a través de
la constatación de tendencias generales de la sociedad, se constituye en un
ejemplo particular de estas tendencias generales.” (Weiss, 1994: 22)
Para la elaboración del estudio de caso -en la Sierra de
la Macarena- emplearé la etnografía política, pues esta permite comprender los
efectos del campo político sobre relaciones interpersonales concretas mediante
la observación en campo de los fenómenos como conjuntos de prácticas. (Auyero
en entrevista con Hurtado, 2005). Según Javier Auyero –exponente de la
etnografía política- la teoría es una herramienta más no el único insumo
posible de la investigación (Hurtado, 2005) y si bien se debe tener un bagaje
teórico previo para aprehender la realidad, el marco teórico preestablecido no
desciende sobre el material empírico a fin de reordenarlo, sino que se
retroalimenta de él. (Ferraroti, 2007).
En este sentido el trabajo de campo –en relación con la
etnografía política- “es, indudablemente, una valiosa ayuda para el
conocimiento social puesto que evita algunas mediaciones -del incontrolado sentido común de terceros-
ofreciendo a un observador crítico lo real en toda su complejidad” (Guber,
2001:61), lo que permite confrontar los modelos teóricos, políticos, sociales y
culturales. Además, Guber expresa que “involucramiento e investigación no son
opuestos, sino panes de un mismo proceso de conocimiento social que permite
realizar descubrimientos, para examinar críticamente los conceptos teóricos y
para anclarlos en realidades concretas, poniendo en comunicación distintas
reflexividades” (Guber, 2001: 57).
En el desarrollo de este diseño metodológico, emplearé en
la recolección y sistematización de la información múltiples formas de registro
tales como las notas de campo, las fichas de contenido y las matrices de
análisis. Esta recolección de la información se sustenta en un sistema
categorial abierto, el cual posee tanto categorías prefijadas como categorías generadas
a partir de la información obtenida durante el trabajo de campo, lo cual
permite dar una descripción detallada de los fenómenos observados a fin de
explicar los procesos en desarrollo e identificar principios genéricos
explorando procesos específicos (Wittrock,1989). En cuanto al análisis de la
información, haré uso de la herramienta de la codificación, pues esta permite
en el transcurso del proceso “descomponer y segmentar los datos hasta obtener
categorías más generales y simples y, además, para entresacar los datos a fin
de formular nuevas preguntas y niveles de interpretación” (Coffey y Atkinson,
2003, p.35)
Técnicas de investigación.
Puesto que utilizaré la etnografía política como método de
investigación, las técnicas que emplearé son la observación participante, la
entrevista semiestructurada[13], las historias de vida y la cartografía social.
La observación participante busca a través de una
observación detallada y la interacción del investigador en un contexto
especifico, comprender situaciones sociales, conductas, comportamientos y
aspectos de la vida cotidiana que brinden información y esclarezcan dudas en
torno al tema de estudio. Para su empleo debemos de preguntarnos antes qué
observar, cómo observar, cuando observar y como registrar y analizar lo
observado (cfr. Kawulich, 2006). Esta serie de preguntas al investigador
limitar su observación y participación a su tema de estudio especifico,
evitándose así “la mezcla confusa” de múltiples fenómenos.
Una técnica complementaria a la observación participante
se encuentra las entrevistas
semiestructuradas, las cuales al no estar sustentadas únicamente en
cuestionarios cerrados y preestablecidos permite la recolección de información
según las dinámicas de la “charla” entre entrevistador y entrevistado. Este
carácter flexible de la entrevista permite una mayor libertad al entrevistado
para expresarse y le da la oportunidad al entrevistador de profundizar sobre
algunas declaraciones y hechos que en primera instancia no considero. (Guber,
2004).
Por su parte, las historias de vida permiten la
vinculación –mediante la narrativa de los sujetos- entre texto y contexto, es
decir, la vinculación de la experiencia con el ambiente textual (Ferraroti,
2007). Para el empleo de esta técnica el investigador debe establecer
relaciones de confianza con los sujetos y percatarse que tras sus narraciones
se esconden rasgos objetivos de la realidad.
Finalmente, la cartografía social permite ubicarnos
espacialmente en la zona y descubrir cómo la perciben quienes viven allí (cfr.
Montoya, 2007). Su uso permite integrar perspectivas de interpretación como la
geografía política, la cual busca identificar a partir del territorio la
distribución geográfica del poder y sus cambios a través del tiempo (i.e.
Agnew, 2002).
Proceso metodológico.
Esta investigación cuenta con cuatro fases de desarrollo
respectivamente: (1) Proceso exploratorio:
Rastreo bibliográfico y recolección y selección de la información; (2) fase descriptiva: lectura de los textos
seleccionados y elaboración de fichas de contenido, fichas analíticas y
matrices de análisis; (3) Trabajo de
campo: el trabajo de campo se realizará en tres momentos: (I) acercamiento
a la comunidad y conocimiento del espacio, (II) Recolección de información y
(III) devolución a la comunidad de los resultados; (4) Análisis de la información: Procesamiento, codificación y análisis
de la información, redacción de la monografía y
correcciones.
5. Pertinencia y resultados
esperados.
La
victimización horizontal al ser un fenómeno que se presenta en espacios locales
y dada a su escasa visibilidad, ha sido poco estudiada en el contexto nacional
conforme puede establecerse a partir de los trabajos realizados desde la ciencia
política del país.
Ante ello, esta investigación
resulta pertinente –tanto para el desarrollo de la disciplina como para las
comunidades- pues se propone ofrecer elementos de comparación y análisis útiles
para abordar casos locales de carácter regional. Incluso bien puede plantearse
que esta investigación puede ofrecer elementos de juicio útiles para trabajar
en y sobre casos similares en otras latitudes, pues uno de los resultados
esperados de este trabajo consiste en sistematizar las lecciones que la
experiencia de La Macarena arroja sobre la forma como el estado, la insurgencia
y las comunidades plantean allí el diseño de la transición post-conflicto.
Finalmente, este trabajo pretende aportar a los espacios
locales al dar a conocer como las practicas jurídicas de la Macarena pueden
contribuir al trámite de la victimización horizontal. Algunas instituciones que
pueden beneficiarse al respecto son la Academia de historia del Caquetá, la
Alcaldía Municipal de la Macarena, la Gobernación del Meta y la mesa
territorial de Justicia transicional, organizaciones campesinas como ASCAL,
ASCATRAGUA y Corpoyarí y organizaciones sociales como Caguán vive, MUCAPOC y
DHOC. Pero sobre todo las mismas Juntas de Acción Comunal y los Comités de
Conciliación de la Sierra de la Macarena.
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[1]Este artículo recoge apartes del
proyecto de investigación “Violencia entre prójimos” presentado como opción de
grado al Pregrado de Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Dicho
proyecto fue ganador de la Convocatoria para el Apoyo de Trabajos de Grado de
la misma universidad en septiembre de 2014. La autora agradece al evaluador del
proyecto sus apreciaciones y a las comunidades de la Sierra de La Macarena su
aceptación para la realización del mismo.
[2]El
Plan de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) en coordinación con el
Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado –PAHD- (programas dirigidos
por el Ministerio de Defensa), busca a
cambio de beneficios e incentivos como subsidios económicos, educación y salud,
la desmovilización –individual y colectiva- de miembros de grupos armados al
margen de la ley.
http://www.reintegracion.gov.co/Reintegracion/procesodereintegracion/Paginas/desmovilizacion.aspx#.U_Sa_qPeNFk
http://www.reintegracion.gov.co/Reintegracion/procesodereintegracion/Paginas/desmovilizacion.aspx#.U_Sa_qPeNFk
[3]Entrevista
a Doña Remedios, Julio de 2014, vereda el Socorro, La Macarena, Meta
[4]El
uso de este término lo justifico con evidencias empíricas que he logrado
recoger en las dos ocasiones en que he realizado trabajos de pre-campo en la
zona de la Macarena, las cuales me han permitido establecer la existencia de
procesos de victimización horizontal que desafían la dialéctica
victima-victimario instaurada por los enfoques jurídico penales. Su uso también
se justifica en evidencias teóricas que dan cuenta de los distintos niveles de
violencia y su naturalización en la vida diaria y experiencias de los
campesinos de la Sierra de la Macarena. (i.e. Espinosa 2003, 2010a)
[6]Esta es una
versión ‘dura’ de la justicia transicional en la que prima el componente del
castigo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay otros modelos de justicia
transicional que se adaptan según la correlación de fuerzas que presentan los
actores en los escenarios de negociación. Samuel Huntington (1994) distingue
tres principios básicos de transición a la democracia: transformations en donde los actores del antiguo régimen
autoritario siguen detentando el poder y controlan la transición a la
democracia (Chile), replacements en
donde el régimen autoritario colapsa (Argentina) y transplacements en donde existe un equilibrio entre las viejas y
nuevas fuerzas (Sudáfrica). En estos escenarios la tensión presente entre
justicia y reconciliación se resuelve de manera opuesta, privilegiando en cada
contexto –según la correlación de fuerzas- un componente de la justicia
transicional.
[7]Ejemplo de ello es la violencia que se
genera a partir de los chismes. El derecho puede tomar ‘cartas en el asunto’
cuando se tienen pruebas físicas de los daños que cometió la difusión del
chisme –como el daño a la reputación-, pero no puedo hacerlo cuando estas
consecuencias traspasan el marco normativo –delito de injuria y de calumnia-
diseñado para comprender ello –como la muerte, el destierro, los señalamientos
de una comunidad y en algunos casos la exclusión-
[8]Si bien hay trabajos como el de
Stathis Kalyvas (2010), Kimberly Theidon (2004), Vilma Franco (2001), Nicolás
Espinosa (2010) y Fernando Cubides (2008) que enuncian un uso íntimo de la
violencia, es a partir del trabajo de Iván Orozco Abad (2005) en que la
comprensión de estos fenómenos se da mediante el uso del término de
victimización horizontal.
[10]Algunos
incentivos son la escasa verificación de la información, la obtención de
beneficios económicos por entrega de datos, el ínfimo control de los grupos
armados a las milicias y a los informantes y la construcción en contextos de
guerra del rumor y el chisme como fuentes de veracidad.
[11]Sin embargo, es necesario
aclarar que “la distinción entre victimización vertical y horizontal
expresa solo los extremos analíticos de un continuo, pues la mayor parte de los
casos reales de victimización colectiva se sitúan en alguno de los lugares
intermedios del espectro” (Orozco, 2005:14)
[12]Dentro
de la investigación cualitativa se encuentran distintos tipos de estudios según
el interés del investigador. La investigación exploratoria se emplea cuando se
posee poca información sobre el tema de estudio y se hace necesario un
acercamiento previo al fenómeno para poder determinar categorías y variables.
Por su parte, la investigación explicativa en relación con la investigación
exploratoria, busca interpretar y explicar las condiciones por las cuales un
fenómeno se presenta en un espacio particular.
[13]Puesto que el carácter del fenómeno que pienso
investigar (victimización horizontal –justicia
transicional) requiere de una indagación que no se limite a una sola voz, busco
realizar entrevistas semiestructuradas a actores institucionales (Gobernación
del Meta, Alcaldía de la Macarena, Policía Nacional (Villavicencio),
SIJIN, Cormacarena, Parques Nacionales
de Colombia y Comité Territorial de Justicia Transicional), organizaciones
campesinas (ACATAMUC, CORDOSAC, ASCAL-G, ASCATRAGUA, Corpoyarí,) y
organizaciones de victimas (Comité cívico por los Derechos Humanos del
Meta, Cordepaz, MOVICE, Secretariado
Regional de Pastoral Social - Caritas del Sur oriente Colombiano (SRPS-CSC) y
Caguan Vive)
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