Articulo recibido: abril 31 de 2012
Articulo aceptado: junio 21 de 2012
Este ensayo abarcará algunas nociones desarrolladas por Lasalle en ¿Qué es una constitución? y conectarlas con problemáticas actuales a nivel colombiano y mundial. Nociones tales como los factores reales de poder, la divergencia entre una constitución escrita y una real, y los problemas que de allí derivan; el fenómeno denominado pseudoconstitucionalismo, y su vigencia en la actualidad colombiana; el desenmascaramiento y las consideraciones sobre una constitución escrita, buena y duradera. Tales nociones suscitarán reflexiones concretas en torno a un fenómeno mundial como la droga, y otro más local como el voto en blanco[1].
Palabras clave: Lasalle, factores reales de poder, droga, voto en blanco, pseudoconstitucionalismo.
David Antonio Rincón Santa
Estudiante de tercer semestre de Ciencias
Políticas.
Universidad Pontificia Bolivariana.
dars_052@hotmail.com
Essay: drugs and blank vote to light of some notions proposals by Lasalle in What is a constitution?
Essay: drugs and blank vote to light of some notions proposals by Lasalle in What is a constitution?
Abstract
This essay will cover some notions developed by Lasalle in What is a constitution? current issues and connect with Colombian and global level. Notions such as real factors of power, the difference between a written constitution and real, and the problems that flow from it, the phenomenon known pseudoconstitucionalismo, and currently in force in Colombia, the unmasking and considerations of a written constitution, good and lasting. Such notions suscitarán concrete reflections around a global phenomenon as the drug, and another local and blank votes.
Keywords:
Lasalle, real factors of power, drugs, white vote, pseudoconstitucionalismo.
Introducción
El presente ensayo se desarrolla a partir de la obra de Ferdinand
Lasalle titulada ¿Qué es una
Constitución? Lasalle fue un político y abogado alemán del siglo XIX de
línea socialista, quien participó en la fundación de la Asociación General de
Trabajadores Alemanes en 1863, y quien, posteriormente, pasaría a formar el
Partido Socialdemócrata de Alemania[2].
El texto desarrollado a continuación presenta y explica algunas de las nociones
sobre las cuales reflexiona Lasalle en el ámbito constitucional, tales como los
factores reales de poder, la Constitución real, la mera “hoja de papel”, el
pseudoconstitucionalismo, el desenmascaramiento, entre otros. Pero también va
un poco más allá, y conecta tales reflexiones con la situación política actual,
tanto colombiana como mundial. De este modo, se hace una crítica a la tradición
legalista que caracteriza el ejercicio constitucional en Colombia –al pretender
resolver los problemas de poder con meras normas escritas–, se hace un
llamamiento a todos los Estados a considerar un factor tan real de poder como
lo es el tráfico de drogas, y se presenta una mirada crítica sobre el voto en
blanco.
El trabajo pretende no solamente traer a colación algunos elementos de
la teoría política y del Derecho, sino conectar tales elementos con las
realidades sociales, políticas y culturales que viven tanto la sociedad
colombiana, como la mundial. También busca llamar la atención sobre dos
factores políticos a los que no se les presta la suficiente atención, o que se
atienden de manera errónea e ineficiente: las drogas y el voto en blanco.
Factores reales de poder
La teoría de Lasalle (2006) procura desentrañar y aclarar lo que en
esencia es una Constitución, para lo cual recurre a un concepto fundamental en
su obra, los factores reales de poder,
Los factores reales de poder que rigen en el seno
de cada sociedad son esa fuerza activa y eficaz que informa todas las leyes e
instituciones jurídicas de la sociedad en cuestión, haciendo que no puedan ser,
en sustancia, más que tal y como son. (Lasalle, 2006: 61)
De allí Lasalle deduce que lo esencial de una Constitución radica en la
suma de esos factores reales de poder que rigen en determinada sociedad. Es
decir, la ley fundamental reside en los juegos de poder que se dan en el seno
de un orden social, entre sus distintos estamentos, llámense iglesia,
burguesía, obreros, empresarios, ejército, monarquía, entre otros.
Dada la cantidad de factores que pueden estar presentes en una sociedad,
es necesario aclarar algo de suma importancia, a saber, que los factores de
poder son distintos de acuerdo a la sociedad que se analice. Esta es la razón
por la cual fracasan muchos de los modelos traídos del exterior que se
implementan en una sociedad, porque algo que funciona en Francia sin problemas,
no necesariamente tiene que funcionar con iguales resultados en Colombia. De tal
manera que la Constitución de un país es sólo de ese país y no de ningún otro, debido
a que es sólo en esa sociedad donde residen los factores reales de poder que
fundamentan su Constitución.
Constitución real y hoja escrita
De acuerdo con la definición de Constitución real, es necesario
averiguar el lazo que existe (o se ausenta) entre ésta y la Constitución
escrita. En la medida que tal documento atienda o no a esos factores de poder,
puede ser una Constitución verdadera pues, de lo contrario, podría convertirse
en una simple “hoja de papel”, como lo denomina Lasalle. Para este autor, lo
importante no es que se escriban Constituciones a diestra y siniestra, sin
tener en cuenta la manera en que se distribuye el poder –cosa que puede hacerse
en 24 horas sin ninguna dificultad–, sino que tales Constituciones escritas,
estén de acuerdo con los factores reales y efectivos del poder, objetivo que se
logra atendiendo a la manera en que estos actúan en el ámbito social.
Sin embargo, existe una desconexión alarmante entre lo que sucede en la
realidad social y lo que se escribe o rige en la letra, situación que desemboca
en consecuencias nefastas para la sociedad, o para ciertos estamentos de la
misma. A continuación, se mencionan algunas de estas consecuencias explicadas
por Lasalle, y se hace una analogía con la situación actual de Colombia y del
mundo.
Del hecho al Derecho
Una de las consecuencias que trae el ignorar los factores reales de
poder y redactar Constituciones alejadas de la realidad social, consiste en
pensar que los problemas constitucionales se resuelven en el papel y no en el
plano real. Tal como lo evidencia Lasalle,
Los problemas constitucionales no son,
primariamente, problemas de derecho, sino de poder, la verdadera Constitución
de un país reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país
rigen. Y las Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que
cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad
social. (Lasalle, 2006: 107).
Según estas líneas, pareciera que el autor se refiere a la realidad
constitucional colombiana, en la que se cree que al llenar el ordenamiento
jurídico de normas constitucionales se solucionan todos los problemas
imperantes en la realidad, como si al expedir normas y leyes se resolvieran
asuntos tan graves como la restitución de tierras, el aborto, la eutanasia, el
conflicto armado, entre otros. Desde la óptica de Lasalle, debería ocurrir algo
muy distinto, a saber, que la Constitución debería acoplarse a los distintos
factores de poder que rigen en la sociedad colombiana.
Lo anterior deja en evidencia la cultura legalista que impera en
Colombia, la situación de creer, casi a ciegas, que todo se resuelve en el
papel, y no sólo en el papel legal, sino en el constitucional –porque desean
que todas las normas que se expidan gocen de la supremacía y la rigidez que les
otorga la Constitución–. No resulta extraño escuchar los comentarios de la
gente de a pie, quienes aseguran los problemas no se solucionan por la ausencia
de una norma que los regule. Estos comentarios pueden ser válidos, siempre y
cuando dichas normas atiendan a la configuración de los factores de poder en la
sociedad.
En esta trivial situación puede reflejarse la disyuntiva trazada entre
las teorías de Lasalle y de Kelsen. Este último se inclina más por la ficción
jurídica, que por la realidad y los factores de poder a los cuales Lasalle
reduce la esencia de la Constitución. De la misma manera, y continuando con la
actualidad colombiana, surge a la luz un problema fundamental, consistente en
creer y pensar que la legalidad brinda más legitimidad, como si la cantidad de
normas determinara el nivel de aceptación y de impacto de éstas para con la
sociedad. Como si por el mero hecho de que la Constitución consagre la vida y
la educación como derechos, éstos se cumplieran eficazmente en todo el
territorio colombiano.
Es en esta dicotomía legitimidad/legalidad, Lasalle/Kelsen, realidad/normas,
factores reales de poder/hoja de papel, en la que se enmarca un gigantesco
problema de hecho, que pretende solucionarse como un problema de derecho, ya no
solo a nivel colombiano, sino a nivel mundial: la droga.
La droga como factor real de poder
Aunque en un principio se hace referencia a que cada sociedad cuenta con
sus propios factores reales de poder, sería necio y miope ignorar que la
actualidad data de un mundo global cada vez más interconectado, situación por
la cual hay factores reales de poder que ya no se reducen al ámbito de un
Estado, sino que superan las fronteras del mismo y actúan con igual o mayor
fuerza en distintas sociedades. Tal es el caso actual del tráfico de drogas.
Antes de hacer unos apuntes al respecto, es necesario dejar en claro
otro de los puntos de la teoría de Lasalle, el cual es fundamental para
comprender la razón por la cual las Constituciones escritas cambian, y es
porque los factores de poder también cambian y, “al transformarse los factores
reales de poder se transforma la Constitución vigente en el país” (Lasalle,
2006: 89).
Ante este hecho claro de que los factores reales de poder mutan, es
necesario que se tenga esto en cuenta y las Constituciones también se
transformen, cosa que al parecer no se ha podido lograr con el problema de la
droga. Al no incluir un factor real de poder, tal como lo es la droga, ésta se
prohíbe y todos los procesos que a su alrededor se configuran se castigan como
ilegales, trayendo consigo costos tan altos para la sociedad como la violencia
creciente que sufren países como Colombia y México, dos de los casos
paradigmáticos. De manera que es necesario abrir la puerta constitucional a
este factor real de poder que ya ha desbordado el poder mismo de los Estados y
de sus Constituciones escritas.
A quienes les asusta tal perspectiva de la legalización de la droga,
cabe recordar el ejemplo del tráfico ilegal de alcohol en los Estados Unidos de
América. Y si bien es cierto que recién legalizado tal producto, el consumo se
disparó, luego se redujo y se mantuvo en niveles normales. El mismo ciclo
podría generarse con la droga, agregando el hecho de que podría ser una entrada
de grandes recursos. Para no dejar cabos sueltos, aunque bien es cierto que estos
temas generan grandes controversias, cabe aclarar que la droga, legal o ilegal,
produce los mismos efectos, e inclusive puede que más nefastos, debido a las
condiciones en que se produce y consume actualmente; los mismos efectos pueden
imputársele al alcohol, que para llamarlo como lo que es realmente, es una
droga legal.
La máscara del pesudoconstitucionalismo
De acuerdo a la gran problemática que representa el desligamiento entre
la Constitución real y la escrita, es menester abordar uno de los puntos
neurálgicos propuestos por Lasalle, el pesudoconstitucionalismo. Éste consiste
“en que el Gobierno proclame lo que no es; consiste en hacer pasar por
constitucional a un Estado que es, en realidad, un Estado absoluto; consiste en
el engaño y la mentira” (Lasalle, 2006: 152). El ejemplo empleado por Lasalle
del Estado absoluto bien debe ser aplicado para su época y no para la realidad
colombiana actual. Pero tal cuestión no es la que interesa, sino el hecho de
que los gobiernos estén constantemente cubriéndose de máscaras y mentiras que
no dejan ver lo que en realidad son.
Tal ocurre, por ejemplo, cuando un presidente dice –no se sabe si
consciente de su cinismo, o ignorante de su condición– que “tiene el poder para
hacer tal o cual cosa”, cuando bien claro está que se encuentra limitado por otro
tipo de fuerzas como las empresas multinacionales, o los órganos
internacionales que presionan a los gobiernos y los llevan por ciertos caminos.
Sobre este punto Habermas (1999) llama la atención,
“Con el más reciente impulso de la
desnacionalización de la economía…Los gobiernos tienen cada vez menos
influencia sobre empresas que toman sus decisiones de inversión en un horizonte
de referencia globalmente ampliado” (Habermas, 1999: 100).
Sería alentador en este panorama un dirigente que tomara su puesto, y
dijera claramente a su pueblo que el poder no lo detenta él sino alguien por
encima de él pero que aun así va a hacer lo humanamente posible por su pueblo.
Tal reflexión que introduce Saramago (2006) en Voces contra la globalización, encaja en gran medida con la
propuesta que hace Lasalle ante la máscara del pseudoconstitucionalismo que se
presenta a continuación.
¡Hablemos claro, las cosas como son!
“Frente a esta mentira y frente a este poder, no
hay más recurso absoluto e infalible que descubrir el engaño; el procedimiento
es bien sencillo, pues solo consiste en destruir una apariencia, haciendo
imposible la continuación de aquellas formas engañosas y cortando así el paso a
sus efectos desorientadores. Consiste en obligar al Gobierno a quitarse el velo
de la hipocresía, presentándose formalmente ante el país y ante el mundo como
lo que en realidad es” (Lasalle, 2006: 152).
La solución consiste en arrancar la fachada y la mentira, como
quitándole capas a una cebolla, para descubrir “lo que en realidad es”. El
lenguaje y la manera de nombrar las cosas son indiscutiblemente dicientes a la
hora de saber los entramados de poder que rigen una sociedad, razón por la cual
es indispensable que se llame al gobierno por lo que es: una gran cantidad,
aunque no todos, de hombres preocupados por sus propios intereses, corruptos,
que obvian las peticiones del pueblo, que toman medidas en contra del interés
común, o se inclinan sobremanera por los intereses de algún sector. Lo asombroso
de este asunto es que los colombianos, aun sabiendo la calidad de gente que
pretende gobernarnos, reduce la política a las urnas, y acude a ellas cada dos
o cuatro años, para votar por el candidato menos corrupto, esbozando la excusa
de que lo hacen a falta de otro mejor.
¿Cómo afrontar esta situación?, ¿cómo frenar el gobierno de esta clase
corrupta y muchas veces incompetente? Los factores de poder que rigen la
sociedad colombiana hoy distan en gran medida de los que regían la sociedad de
Lasalle, tanto temporal como geográficamente, razón por la cual la solución,
aunque en esencia muy parecida, no es la misma exacta y formalmente. Pero antes
de abordar este tema es necesario referirse a la manera en que ha de llevarse a
cabo tal solución, acudiendo a la diferenciación que Lasalle hace entre el
poder organizado y el inorgánico.
Esta diferencia es la que se encuentra entre el poder de la nación, muy
fuerte y grande, pero desorganizado; y el poder del ejército –mano armada del
Estado–, quizá más pequeño, pero organizado y por eso más efectivo. Tal
distinción explica el fracaso de muchas de las revoluciones llevadas a cabo por
las masas, que se agitan en momentos de calor y parecen enfilarse hacia la consecución
de grandes fines, pero finalmente dejan entrever su desorganización, su gran
falencia. Esta oportunidad es aprovechada por el Gobierno para echar hacia
atrás los logros de la nación y frustrar sus esperanzas de cambiar el statu quo. Es por lo tanto indispensable
para la solución que a continuación se perfila, que el pueblo, en caso de
llevar a cabo tal acto, se organice, lo haga con conciencia y sepa qué es lo
que quiere lograr, hacia dónde quiere orientar sus esfuerzos y, en definitiva,
cómo quiere jugar con el balón de la política cuando lo tenga en su campo
nuevamente.
El voto en blanco, ¿la solución?
Ante la situación de la Cámara de Diputados –escogidos por el pueblo, y
representantes del mismo– frente al Gobierno, que ignora sus decisiones,
rechazando la denegación de impuestos hecha por el Parlamento, y sosteniendo el
gobierno de la mentira (un Estado absolutista con apariencia constitucional),
es decir, un pesudoconsitucionalismo, Lasalle propone un remedio que no le hace
mal a nadie: que la Cámara proclame las cosas tal y como son, deje de sesionar
hasta que el Gobierno deje de ignorarla, y arrancarle su máscara, su pseudoconsittucionalismo.
De otro modo, la Cámara ejercería una suerte de colaboracionismo con el
gobierno, sirviendo de cómplice, cosa mucho más grave que las atrocidades del
gobierno, en la medida que la Cámara actúa como representante del pueblo.
A partir de la propuesta de Lasalle, puede construirse una analogía frente
a la situación política actual en la que se encuentra el pueblo colombiano, y
muchos otros pueblos del mundo, en la cual el Gobierno no escucha sus demandas,
que deberían ser exigencias para quienes dicen ser sus representantes (éste es
el fundamento de la democracia representativa). Tal analogía consiste, no en
que la Cámara deje de sesionar, sino en que el pueblo deje de votar por la
clase corrupta y por los mismos dirigentes que gobiernan siempre; es decir, que
el pueblo haga uso del voto en blanco como una forma de protesta, remedio que
no hace daño a nadie, como la de Lasalle.
Ante porcentajes alarmantes de abstencionismo –otra forma de protestar
callados– el sistema electoral y político no colapsa. ¿Pero qué sucedería si
esa cantidad se convirtiera en votos en blanco? El sistema se vería obligado a
reevaluar sus presupuestos y el balón de la política volvería a su campo de
juego original: el pueblo. Ésta sería una acción política importante, que
comenzaría con el paso previo de hablar claramente y decir las cosas como son.
Tal como lo dice Lasalle,
“Toda acción política importante consiste en eso,
en proclamar la realidad de las cosas, y comienza siempre así. Del mismo modo
que la política mezquina y ruin consiste en silenciar y disfrazar temerosamente
la cruda realidad.” (Lasalle, 2006: 160).
Ocurre en este caso algo similar a lo que acontece cuando un ser humano
es picado por una serpiente, y requiere de su mismo veneno para curarse. En el
pueblo se encuentran tanto el problema como la solución. Es el pueblo el que
actualmente sigue votando por una clase corrupta y que no trabaja en pro de los
intereses colectivos, sino de sus intereses particulares. Por ende la
responsabilidad de que el Estado no trabaje en pro de la sociedad es
compartida, tanto de la clase corrupta, como de los ciudadanos que la eligen.
Pero, es el pueblo mismo quien al poseer el veneno, posee su cura: al hacer uso
del mismo mecanismo electoral (el voto), pero con miras a otros objetivos, está
haciendo uso del remedio para acabar con la indiferencia de los gobernantes.
Ante una oleada de votos en blanco, ¿qué pasaría? Es una cuestión política que
amerita analizar con detenimiento. Pero por ahora, basta comprobar los efectos
de tal acción en un pequeño municipio, y el asombro causado en la sociedad, tal
como ocurrió recientemente.
En el mes de octubre de 2011, en el municipio de Bello (Antioquia) se
vivieron sucesos que materializan esta solución. Bien puede juzgarse que fue
una de las candidatas inhabilitadas la que promovió a sus electores para hacer
que ganara el voto en blanco, y que por ende el hacer uso efectivo de este
“remedio”, no nació del pueblo sino de uno de sus dirigentes. Pero bien pudo
evidenciarse que fue el pueblo quien decidió qué gobernante quería, sin
importar lo que los instrumentos jurídicos lograron inhabilitar. Allí el país
pudo evidenciar en cierta medida lo que significa y lo que vale el voto en
blanco. Ya no hay cabida para la disculpa de que se vota por alguien porque no
había otro mejor, sino que puede votarse en blanco como manera de protestar,
hasta llegar al punto de hacer repetir unas elecciones en las que haya alguien
que valga la pena para aquellos que votaron en blanco, de modo que, como se
dijo antes, el balón de la política retorne al campo que pertenece, el del
pueblo.
Conclusiones
Llegado al final de las consideraciones que se tenían previstas, cabe
deducir un par de conclusiones acerca del tema constitucional siguiendo la
línea teórica[3] de
Lasalle. Queda claro entonces, que la Constitución de una sociedad es, en
esencia, la suma de los factores reales y efectivos de poder, y que cuando una
Constitución escrita obvia tal hecho, se convierte en una mera “hoja de papel”.
En segundo lugar, se concluye que aquel gobierno que se llame representativo
tiene por obligación oír y atender las peticiones del pueblo, y que cuando tal
no suceda y se enmascare el gobierno bajo una fachada de pseudoconstitucionalismo,
debe ser desenmascarado, para que se traten las cosas tal y como son; de lo
cual se deduce que el balón de la política debe estar en manos del pueblo, y si
es necesario recuperarlo, una de las vías puede ser el voto en blanco. Por
último, es de gran utilidad terminar el texto con las consideraciones de
Lasalle sobre cuándo una constitución escrita es buena y duradera, anotaciones
que pueden alumbrar el estudio del constitucionalismo colombiano: “cuando esa
Constitución escrita corresponda a la Constitución real, a la que tiene sus
raíces en los factores de poder que rigen en el país” (Lasalle, 2006: 94).
Bibliografía
Habermas, Jürgen 1999 “La inclusión del otro”. Editorial Paidós.
Lasalle, Ferdinand
2006 “¿Qué es una Constitución?”. Editorial
Gernika.
Saramago, José 2006 “Voces contra la globalización. Los amos del mundo.”
Versión en línea: http://www.youtube.com/watch?v=CtNnvBh_ucM
[1] Este artículo de reflexión
fue presentado como un ensayo en la asignatura “Dogmática constitucional”
dictada –durante el primer semestre de 2012- por Claudia Milena González en la
Universidad Pontificia Bolivariana. A ella doy las gracias, tanto por el apoyo
brindado para presentar el artículo, como por la invitación a debatir y
reflexionar críticamente sobre la realidad colombiana y su constitucionalismo.
[2] La fundación de este
partido la hizo con la colaboración del movimiento nacionalsocialista obrero.
[3] Aunque bien valdría decir
práctica en lugar de teórica por la connotación que tiene para Lasalle lo que
sucede en la realidad, más que en lo escrito.
Excelente contenido Constitución de empresa en méxico
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