martes, 2 de diciembre de 2014

El "Cosmopolitismo" evidenciado en los textos críticos de Revista Gris (Bogotá: 1892-1896). Hacia la ruptura de la tradición literaria hispánica

Resumen
Este artículo es el resultado de una investigación que pretende dar cuenta del papel del crítico literario en Colombia a principios del siglo XX. El rastreo se enfoca en unos antecedentes necesarios para demostrar el surgimiento del crítico modernista, como intelectual, en las publicaciones periódicas literarias de fin de siglo XIX y comienzos de siglo XX. Se resalta el papel de Revista Gris, como primer órgano difusor de las ideas nacientes y se pretende demostrar de qué manera el cosmopolitismo estuvo inmerso en dichas ideas, cuestión demostrada en los artículos críticos encontrados en el análisis de la revista, punto de partida para entender la pugna que se vislumbra contra las corrientes tradicionales que se desplegaron a lo largo del siglo XIX.

Palabras claves: Prensa del siglo XIX; crítica literaria; modernismo; cosmopolitismo; Revista Gris.


Artículo Recibido: Junio 2014   Artículo Aceptado: Agosto 2014


 Revista 09
Laura Victoria Bedoya Garcés[2]
Universidad de Antioquia
Estudiante de quinto semestre
Letras: Filología Hispánica


The "Cosmopolitanism" evidenced in the critical texts of Grey Magazine (Bogotá: 1892-1896). Towards the breaking of the Hispanic literary tradition

Summary
This article is the result of an investigation that sought to account for the role of literary critic in Colombia in the early twentieth century. The search si aimed to take into account the hsitorical background in order to demonstrate the emergence of modernist intellectual critic in the literary journals during the late 19th and early 20th century. The role of the Grey Magazine is highlighted as a first diffuser of this new movement, and also in the same way of analysis this paper tryes to demonstrate how cosmopolitanism was one of the most recurrent issues in critical items found in the analysis of the magazine. This as an iportant point of departure to understand the struggle that is evident with traditional patterns.

Keywords: Legal Ethics, Morallity, Ethics, Values, Dignity.



Introducción[1]



Se considera que el cosmopolitismo (en el ámbito literario) tuvo su mayor auge luego de la Segunda Guerra Mundial, con Jorge Luis Borges como su gran exponente (Menton, 1991: 7), sin embargo en las últimas décadas del siglo XIX y como repercusión de las recientes Independencias en Hispanoamérica, comenzaron los escritores a manifestar un fervoroso deseo y a la vez una necesidad de conocer las literaturas mundiales, en específico, como se intentará demostrar más adelante, literaturas europeas como la inglesa y, en mayor medida, la francesa.
Se hace necesario comprender ese cosmopolitismo naciente a finales del siglo XIX, para entender ese afán presuroso de los escritores por alejarse de la subordinación colonial de las letras, de la cultura e incluso de la política castellanas, y entender así cuáles fueron las necesidades sociales, políticas e incluso personales de los jóvenes intelectuales de la época, para entender también que las llamadas literaturas nacionales deseaban sustentarse en las universales, permitiéndose conocer diversas literaturas como medio para  “libertarse de la tiranía de alguna de ellas”, como afirmó el intelectual José Martí, (Martí por Josiowicz, 2008: 2).
En el caso específico de Colombia, aproximadamente en la década de 1880 comienza a manifestarse una nueva y definida ruptura entre la literatura y las ideas que se respaldaban de las de la literatura Española; la prensa literaria de la época fue de gran importancia para dar cuenta de dichas necesidades. Así, en el caso puntual de Revista Gris (Bogotá: 1892-1896) esta punzante ruptura se evidencia en los textos críticos publicados en la misma, pues sus páginas se componen de ideas provenientes de las nuevas manifestaciones de otras naciones –especialmente el Simbolismo (movimiento artístico surgido en Francia a finales del siglo XIX) (Estebanez, 1996).
La mayoría revistas que se crearon en esta época se convirtieron en una proclama de los nuevos tiempos pues desplegaban ideas de la crítica moderna que llegó con nuevos objetivos, que empezaron desde el mismo vocabulario: se le exigía a la poesía darle importancia a cuestiones de forma por encima del contenido, así, el modernismo llegó irrumpiendo fuertemente los cánones establecidos por la tradición, como sostiene David Jimenez Panesso en su libro “Historia de la crítica literaria en Colombia. 1850-1950” (Jiménez, 2009: 175).
En el marco del proyecto investigativo El crítico de lo cultural en las publicaciones periódicas de 1900 a 1960. Una forma histórica del intelectual colombiano que viene trabajando el grupo de investigación Colombia: tradiciones de la palabra de la Universidad de Antioquia, se tiene como resultado parcial este artículo en el que se pretende demostrar, mediante el estudio y análisis de los textos críticos de Revista Gris, la importancia de la misma como órgano promotor y difusor de las ideas nacientes, en cuanto al modernismo, que se formaba en Hispanoamérica, específicamente en Colombia. De igual manera se prender dar cuenta de las delimitaciones-limitaciones o deseos intrínsecos, por parte de los críticos modernos de Revista Gris, en la necesidad de expansión de la literatura. Se intentará demostrar de qué forma el llamado exotismo (término con el que se entenderá la idea de cosmopolitismo y evidenciado en las páginas críticas de Revista Gris), que se desliga de España para dar paso a las diversas literaturas mundiales, lo que hace básicamente es subordinarse a Inglaterra, Alemania y especialmente a Francia, ya que en ese deseo de expansión subyacía un anhelo por la copia de los modelos de vida franceses.
Para dicho efecto se propone comenzar haciendo un breve acercamiento conceptual e histórico al término “cosmopolitismo”. De manera seguida, se harán algunas apreciaciones a cerca de la norma –tradicionalismo, costumbrismo conservador de la Regeneración– que imperaba en el momento pero que empezaba a quebrantarse en las últimas décadas del siglo XIX. Luego de esto se analizará la forma en la que la nueva norma que llegaba –el modernismo hispanoamericano con ideas cosmopolitas traídas en su mayoría de países europeos– se contrapone a las ideas que circulaban en el momento. Utilizando como paradigma de todas estas cuestiones a la Revista Gris, se pretende dar cuenta de su importancia en la creación de esta nueva fuente de ideas, de la contribución de sus páginas críticas al ámbito literario de la Colombia de finales del siglo XIX. Finalmente se intentará demostrar la manera en la que ese aporte de Revista Gris muta a un cosmopolitismo con ideas bastante aferradas a las concepciones francesas.

Aproximación a las concepciones sobre “cosmopolitismo”

El cosmopolita es comúnmente conocido como el ciudadano del mundo, atendiendo a su origen griego –“cosmo” (mundo), “polites” (ciudadano)—(Pogge, 2010: 143). Filosóficamente, el término, entendido como una posición intelectual, se evidencia como la renuncia a sentimientos patrióticos o culturales que contribuyen a la construcción de la nación. Esta teoría es exhortada en sus inicios por una sociedad burguesa que tiene como principio la unidad del género humano, situación que deriva además en una debilitación de la construcción de la patria y en el abandono de los pueblos del deseo de su independencia nacional (Diccionario Soviético de Filosofía, 1965: 89).
En el ámbito histórico y político, Gutiérrez Girardot, si bien no acuñó el término “cosmopolitismo” en sus investigaciones, es consciente de una evidente generalización mundial naciente de las visiones y mentalidades. Tomando como referencia a Hegel analiza la manera en la que después de pasar de concebir el arte como revelador de una verdad y como enaltecedor del espíritu (como en la época clásica) se llega a una “nueva época” –en el siglo XVII, con el resurgimiento de la clase burguesa, la consolidación del capitalismo como sistema económico, así como el nacimiento del romanticismo europeo y su exaltación al individuo–, en la que el hombre se entrega a sus pasiones y gozos, situación que desata la necesidad de una individualidad que hace al individuo convertirse en medio y fin de otros individuos.(Gutiérrez, 1987: 60-61).
Por consiguiente, con la llegada del Cosmopolitismo a Latinoamérica, fenómeno fundamentado en ideas políticas y económicas, se cambió el rumbo social, artístico y literario de las naciones latinoamericanas –cuestiones completamente cercanas, desde luego, a la realidad colombiana.
Las lógicas europeas, que desde la colonización habían tenido importancia en Hispanoamérica, estaban teniendo un espacio de mayor importancia en la dinámica social colombiana en las últimas décadas del siglo XIX. El historiador francés Fréderic Martínez en su libro “El Nacionalismo Cosmopolita. La referencia europea en la construcción nacional en Colombia, 1845-1900”, publicado en el 2001, señala que todas las naciones necesitan modelos y bases teóricas para su construcción y dichas bases, en Hispanoamérica, fueron en su mayoría europeas, cuestiones que se evidencian en la toma de modelos económicos, en las formas de vida, en la adopción de ideas, incluso de manera forzada (Martínez, 2001: 531-535).
Martínez ofrece un amplio análisis sobre la acogida de modelos europeos en cuanto a la educación: las bibliotecas requerían material europeo para la enseñanza pública y había en la prensa un alto nivel de difusión de anuncios para el aprendizaje de las principales lenguas habladas o utilizadas en la segunda mitad del siglo XIX: el inglés y en especial el francés. Así mismo, encuentra que las obras literarias europeas en especial provenientes de Francia y en menor medida Alemania e Inglaterra, tuvieron gran acogida por parte de los lectores de la época, razón por la que expresa: “La palabra impresa, por lo tanto, remite a los lectores a un universo cultural casi enteramente europeo.” (Martínez, 2001: 116).
Es así como la realidad colombiana, que el ámbito político viene con un conservadurismo regeneracionista que triunfa con la presidencia del intelectual Miguel Antonio Caro quien constituyó a su vez parte importante de la construcción literaria del país junto con Rufino José Cuervo y otros tantos para quienes la literatura debía ser el puente para expandir las ideas políticas de construcción de nación, basados en normas en su mayoría españolas, comienza a ser traspasada por un ambiente cosmopolita casi en su totalidad, en el que se hacen necesarios los modelos europeos para las construcciones políticas, económicas, sociales y literarias de la nación. Y en el ámbito literario, con la llegada de la crítica moderna –que busca en las obras una idea de belleza alejada de todos los parámetros políticos– comenzará en Colombia a verse, en esta necesidad de expansión y universalización.

La norma conservadora tradicional y el descontento con las tendencias nacientes.
El siglo XIX, conocido en Hispanoamérica por las constantes guerras de independencia de las colonias españolas desde 1810, lleva inmerso en su literatura ese mismo ideal materializado en las guerras. Así, la de este siglo comenzó siendo una literatura que iba de la mano de la construcción política de las naciones.
Por su parte, la sociedad colombiana del siglo XIX estaba constituida bajo unos parámetros que creían con firmeza en el progreso guiado por la tradición, donde se sentarían las bases para la unidad de Hispanoamérica.
Existe una división que Panesso denomina “el aquí clásico-el allá moderno”, momento en el que quienes no querían la llegada del modernismo la veían ya muy cerca de irrumpir la estabilidad tradicional de las letras colombianas. El desorden y la embriaguez junto con el ansia de autonomía del individuo eran cuestiones altamente criticadas y deslegitimadas por escritores y políticos de la época como Miguel Antonio Caro, quien consideraba que “la unidad de América era […] un hecho, no un proyecto” (Panesso, 1994:15), pensando en que debía continuarse con las raíces del catolicismo, de la lengua castellana y el clasicismo. En esta época se tenían como referentes en la dramaturgia a: Moreto, Calderón, Moratín, Bretón de los Herreros; en la novelística a: Cervantes, Le Sage, Quevedo, Mazoni. Así, los críticos de la época, buscaban a toda costa definir los límites de las escrituras de cada nación y se enfrentaron a grandes pugnas en las últimas décadas del siglo por su labor casi enfermiza de invadir los demás géneros literarios delimitando lo que se consideraba moralmente “bueno” o “malo” para las letras, buscando así que se mirara como modelo a España (lo que pensaban algunos escritores) o que se utilizaran como parámetros sólo los construidos dentro del territorio, razón por la que el costumbrismo, como movimiento que buscaba relatar la realidad cotidiana de las costumbres de las naciones, fue el que expuso las ideas de estas décadas.
En ese sentido, la literatura, y el arte en general, era entendidos como aquellos que constan de un elemento fundamental: el ideal, razón por la que se liga indiscutiblemente a la misma con la mística religiosa. Miguel Antonio Caro, en un artículo publicado en el año 1882, titulado “La religión y la poesía”, en el que hace argumentaciones relacionadas con la necesidad de vincular a la literatura con esta mística mencionada, habla además del escepticismo, que considera como una enfermedad, como una inteligencia paralítica pues “(…) la poesía en su forma natural, más pura y más gloriosa es épica o lírico-heróica, religiosa y patriótica y no expresa las aberraciones de un individuo, sino las creencias en los sentimientos de un pueblo” (Caro, 1888: 314).
Así, la literatura será toda aquella escritura que en la que se encuentre a Dios en su fondo más puro, pues más adelante reitera que “el talento poético y el sentimiento religioso son cosas distintas, pero no independientes…” (Caro, 1888: 323).
Para él, como para el común de los escritores de la época, la “Verdad” estaba por encima de la razón, no perteneciente a los saberes humanos, como se pretendería en tiempos posteriores, buscando así la reverencia a los “modelos venerables de la tradición y las normas de la naturalidad y el buen gusto” (Panesso, 1994: 16), procurando también encontrar vínculos sólidos y universales de los elementos mencionados (religión, lengua, hispanidad y clasicismo). No había razón que justificara el progreso, más allá de las normas morales y la fe católica.
Jóvenes comprometidos con el modernismo
La Revista Gris, fundada por Maximiliano Grillo, es según David Jiménez Panesso (Panesso, 1994: 236) el primer órgano literario que defiende las ideas nacientes y es también la evidencia de la influencia de la corriente del “decadentismo” francés en Colombia, situación demostrada con las ideas propuestas en el primer número publicado en el mes de octubre de 1892, en el que se deja clara la necesidad de abogar por una literatura alejada de la construcción de nación, como proclamaban los románticos, una literatura que ya no quería más ser un medio para las enseñanzas políticas y económicas, sino un fin en sí misma y más cercana a la belleza y a la estética:
“(…) nos guía, más que el deseo de conquistar un nombre en el mundo literario, (…) el vehemente deseo de que los jóvenes colombianos, dejando por momentos las ardientes luchas de la política, dediquen, si quiera sea pequeña, una parte de sus horas de solaz al noble cultivo de las ciencias y del arte.” (Revista Gris, 1892: 1)
En su artículo titulado “Tres Revistas”, Gutiérrez Girardot sostiene que Revista Gris se presenta como la revista de la juventud bogotana estudiosa. Situación que se veía en Europa también, lugares en los que ya no se ocupaban de la salud y el deporte sino de la política y la sociedad (Gutiérrez, 1991).
Así, en las páginas de esta revista se vieron desplegadas ideas que serían base para el movimiento naciente en la época. Los jóvenes autores que comenzaban a aferrarse a ideas pertenecientes a las nuevas tendencias buscaban la divulgación de su pensamiento universal.
Maximiliano Grillo (1868-1949) —director de Revista Gris junto a Salomón Ponce Aguilera (1868-1945) —, fue quizás uno de los primeros exponentes de las ideas del modernismo en Colombia; si bien fue reconocido como poeta, hizo evidente su pensamiento en pugna con las estéticas tradicionales de escritores tradicionalistas (aferrados a las formas españolas), abogando por la necesidad del conocimiento de una literatura global.
Estas ideas las dio a conocer por medio de sus críticas incisivas, como se demuestra en uno de sus artículos, publicado en el segundo año de la Revista, en homenaje al escritor colombiano Diego Fallón (Grillo, 1894: 247-255) en el que hace además un claro listado tanto de los escritores reconocidos tradicionalmente en el país como de los que él considera son los modernos, además de anotar sus influencias que pasan ya de las tradicionales a las francesas como France, Bourget y Taine.
En la introducción del texto, Grillo habla sobre su aversión a los tiempos pasados: “Lo de lamentar los años idos y hallar siempre mejor lo antiguo si suele ser en determinados casos sentimiento que la razón aprueba, en otros no es más que mera nostalgia del pasado.” (Grillo, 1894: 248). Y más adelante refiriéndose a los nacientes escritores, dice: “La producción literaria de los miembros de la nueva generación es menos abundante porque es más meditada, en la generalidad de los casos. La sinceridad del sentimiento y la creación consiente son los principales móviles de los poetas y prosistas modernos.” (Grillo, 1894: 250).
Así mismo, en su artículo “Peñas Arriba” publicado en el segundo año de la revista, Grillo sostiene que la sociedad de su época no se encuentra toda preparada para el progreso, razón por la que se ve obligada a volver atrás a recuperar modelos obsoletos, cuestión con la que los modernistas se mostraban en total desacuerdo. Este artículo, se centra en el análisis de la obra “Peñas arriba” de D. José María de Pereda, una de las obras mejor escritas en su contemporaneidad, según Grillo, pues sostiene el autor del artículo que Pereda “prefiere pintar detenidamente el escenario donde se desenvuelve lo que solemos llamar con impropiedad la acción de la novela a meterse en muchas honduras psicológicas” (Grillo, 1984: 89), así la majestuosidad de Pereda se evidencia, apunta Grillo, en la descripción de la naturaleza. Con este tipo de análisis a la obra se hace evidente no sólo el deseo modernista de que primen la belleza y la forma por encima de cuestiones de contenido sino que hace un llamado a prestar atención a esos nuevos puntos de referencia con los que se comprobará la calidad de las obras.
Por otro lado, en su artículo “Frutos de mi tierra”, publicado en el tercer año de la revista, Grillo, defiende la escritura realista de Tomás Carrasquilla al decir que los moralistas no deben juzgar o censurar su obra por pensar que salen mal librados por cuestiones de “patriotismo regional”—pues los personajes de esta obra resultan vulgares y grotescos pero nunca falsos o exagerados, según Grillo— haciendo evidente además que las costumbres reales, resaltadas por Carrasquilla en su obra, pueden ser comunes a las de otros países pues, explica que “las pasiones de los hombres son, en lo esencial, unas mismas en todas las latitudes” (Grillo, 1896: 16-17), demostrando así su idea recurrente acerca de que no hay literatura de un país u otro,  las ideas son universales y los escritores lo que hacen es darle a sus escritos dicha universalidad.
Así mismo, Salomón Ponce Aguilera en su artículo titulado “Cuestión de nombres”, en el que se enfrenta al guatemalteco Rodulfo Figueroa, quien se ha referido con desidia a la Revista Gris al decir que “mientras más tonto y descabellado sea lo que en ellas se diga, tanto mejor.” (Ponce Aguilera, 1894: 214), expresa, desde el epígrafe del texto (“Un nom?... Hé! Qu’importe un nom?”) lo innecesario que resultan para él los apellidos y los nombres en la cuestión de la buena literatura y el verdadero arte, guiándose por ideas como ésta: “Los que hablamos de Cervantes, aquí o ahí—me decía hace poco en una carta la Sra. Pardo Bazán, con motivo del decadentismo francés que va abriéndose paso entre nosotros—tenemos una tradición de serenidad y de equilibrio mental que debe guiarnos para enseñarnos á reírnos de esas pinturerías que huelen á almizcle” (Ponce Aguilera, 1894: 215), refiriéndose a la necesidad de hacerse los de oídos sordos frente a los críticos que como Figueroa, pretendían obligar a retroceder a estas nuevas tendencias.
Alfonso Villegas Arango publica en la revista en el año 1895 un artículo titulado “Baldomero Sanín Cano”, en el que describe el momento en el que conoció al joven escritor, hombre por quien demuestra sentir gran admiración, sin embargo, al momento de hablar de su obra manifiesta su descontento, al decir que la nouvelle francesa es el género que Ponce Aguilera cultiva mejor, pero dice Villegas que le da tristeza no encontrar más contenido local en su obra ya que una labor digna de aplauso es la de construir literatura de la patria. Cuestión con la que se evidencian dos cuestiones: por un lado, la mirada de los jóvenes intelectuales a las formas europeas, con énfasis en las francesas y por otro lado el repudio de los escritores inscritos en el tradicionalismo, a estas nuevas formas.
Por otro lado, Baldomero Sanín Cano, uno de los precursores, sin lugar a dudas, del modernismo, con su texto “De lo exótico”, manifiesta, de forma más concisa y clara que los demás escritores, el desapego a la necesidad de la creación de una literatura nacional —que era el fin de los escritores románticos en Latinoamérica durante el siglo XIX—, y hace un llamado a los jóvenes escritores para que desliguen su literatura de los hechos políticos, invitándolos a la incursión e inmersión en las letras del mundo, pues, siendo firme en su posición, considera que:
“Es miseria intelectual ésta á que nos condenan los que suponen que los suramericanos tenemos que vivir exclusivamente de España en materias de filosofía y letras. Las gentes nuevas del Nuevo Mundo tienen derecho á toda la vida del pensamiento.” (Sanín Cano, 1984: 291).
Así mismo, Ricardo M. Tirado, coordinador junto a Max Grillo, del último año de la Revista Gris, manifiesta la necesidad de expresar sus ideas desde la belleza y no ya, como se ha manifestado, desde la política o ideales sociales, es decir, un arte que se baste por sí mismo. Con su artículo titulado “Traductores”, publicado en el segundo año de la revista, con el tema de la traducción, se inmiscuye en una cuestión de estética, de forma y estilo, términos determinantes para las nuevas tendencias. El texto, se remite al estudio de las pésimas traducciones que se le han hecho a los poemas de Heredia; Tirado se refiere a ellos con desprecio: “Escritores de muy poca valía, y poetas algo más que medianos, de estos que abundan por acá, se han dado á poner en español los cincelados sonetos del libro de Heredia, ese libro que en concepto de un crítico de la Península, es la nota más alta de la lira parnasiana.” (Tirado, 1894: 220), demostrando con estas palabras la importancia que cobraba para estos jóvenes escritores y críticos la forma que debía ser demostrada en las verdaderas composiciones artísticas, alejada, claro está, de todos los fines morales, pedagógicos, políticos o constructores de nación.
Es así como la crítica se convierte en un medio para manifestar las nuevas ideas, mostrando de forma evidente el desapego a los tiempos tradicionalistas. Existe una aversión contra elementos utilizados por los tradicionales como el latín, el griego y la utilización ya, del inglés, el alemán y el francés, principalmente, así como el empleo de teorías producidas en Francia de críticos como Paul Bourget.
A modo de conclusión
El modernismo en Colombia, abanderado por quienes ya se han mencionado, se distinguió, además de tomar al arte como un fin, no como un medio (en el que primara la belleza y no fuera un puente para los ideales políticos y económicos tan aferrados al romanticismo hispanoamericano y a la construcción de nación en esta época), por una necesidad de expansión de horizontes culturales y de temáticas.
Nacía entonces un cosmopolitismo traído por los modernistas no solo de Colombia sino de toda Hispanoamérica. Sanín Cano introduce un término que podría dar nombre a esta corriente de ideas: el exotismo, término que no se refiere a las ideas románticas que sostenían la necesidad de crear ambientes lejanos y fantásticos, sino a la indagación de los sentimientos no explorados en el ser humano. Es decir, un cosmopolitismo que se abriera no solo a la diversidad de culturas sino a la diversidad de sensaciones profundas de las virtudes artísticas de cada ser.
Es por esto que Revista Gris, siendo una de las pioneras en la divulgación de dichas ideas, se encuentra recubierta del cosmopolitismo como vehículo, trampolín o tal vez excusa para la emancipación de los preceptos políticos antes mencionados, en especial los impuestos por España.
Las ideas de la Península parecían ya arcaicas, cercanas al desuso. De este país sólo se rescataron los escritores contemporáneos que apoyaban las ideas nacientes como Emilia Pardo Bazán y Armando Palacio Valdés[3].
Y es así como en un intento por alejarse de los parámetros de la literatura española, de su crítica incisiva, que es la de todos los tradicionalistas –aferrados a la idea de subrayar y delimitar los parámetros bajo los que se debía hacer una literatura digna de una nación–, se buscaron otros horizontes que sirvieran como fuentes para el desarrollo de la literatura colombiana, por otros caminos: se buscaba la apertura de un camino cosmopolita, y en las páginas críticas de Revista Gris, se hace evidente la construcción de un camino que conduce ya a otras fuentes.[4]
La fuerza de las ideas independentistas demostradas en las ideas de intelectuales como Antonio Nariño, Simón Bolívar, o el apego a la corona española, a la religión Católica como fuente de progreso y el empleo del latín y el griego como fuentes de instrucción que utilizó Miguel Antonio Caro, fueron los puntos de desapego más importantes con la llegada de las nuevas tendencias.
Parece además que el modernismo naciente es fruto del pensamiento de un grupo selecto de escritores y no de la generalidad de los intelectuales y escritores de la Colombia de finales de Siglo. Luis María Mora, perteneciente al grupo de contertulios de la Gruta Simbólica, defensor de las normas literarias antiguas, de forma paralela, pero no conjunta, con Tomás Carrasquilla, se encargan de criticar y desprestigiar este movimiento precisamente por esta situación: la individualidad y la extrañeza de los pensamientos de este grupo de jóvenes, desarraigados por completo de las ideas nacionales, apegos entonces a fuentes o teorías que parecían flotar en el aire y que no encajaban con la realidad colombiana (Mora, 1936:147-48).
La revisión de los textos encontrados en Revista Gris da cuenta de un vuelco considerable en cuanto a las concepciones del arte en esta etapa de transición, repudio e ideas nacientes. Lo primordial era la construcción de una literatura en la que primara la belleza que se consideraba como la fuente de la “Verdad”, como lo afirma el escritor argentino Calixto Oyuela en su texto Apuntes Estéticos, publicado en 4 entregas en Revista Gris. Con la publicación de este extenso texto, se evidencia, además de la influencia de escritores argentinos –que se sabe por la historia que a mediados del siglo XIX convirtieron a Buenos Aires en una réplica de París– la clara posición de los jóvenes modernistas productores de la Revista Gris y los parámetros bajo los que construyeron su literatura en su anhelo por derribar los modelos anteriores. Ambas ideas conllevan a pensar que estos jóvenes escritores tomaron como un nuevo “refugio” a las ideas francesas, para alejarse de raíz del yugo-refugio que venía desde la Colonia: España.
Y si lo que se buscaban era un amplio horizonte del mundo y un conocimiento de todas las literaturas, a lo que se pudo llegar fue a la utilización de modelos europeos, en tierras latinoamericanas, de manera forzada. París fue sin duda ese lugar al que todos miraron bajo esas ansias de cosmopolitismo.
Resulta peligroso decir, entonces, que estos jóvenes modernistas, designados por muchos como los cosmopolitas, lo fueran realmente pues aunque propusieran un desapego total a determinadas culturas, parecía casi inevitable que sus ojos se fijaran en Francia como la fuente de las nuevas propuestas artísticas y que adoptaran el término de decadentistas, luego de que éste fue asignado de forma peyorativa, por primera vez al poeta Baudelaire.














Referencias



·        Ayala Poveda, Fernando. 1986. “Manual de literatura colombiana”. Bogotá: Educar Editores.
·       Caro, Miguel Antonio. 1888. “Los hermanos de las escuelas cristianas”. En Caro, Miguel Antonio “Artículos y discursos”. Bogotá: Librería Americana. Pp. 18-26
·       Caro, Miguel Antonio. 1888. “La religión y la poesía”. En: Caro, Miguel Antonio “Artículos y discursos”. Bogotá: Librería Americana. Pp. 307-332
·       Grillo, Maximiliano. 1894. “Diego Fallón”. En: Revista Gris. Año 2, N°8. P.p. 247-255.
·        
·       Gutiérrez Girardot, Rafael. 1987. “Modernismo. Supuestos históricos y culturales”. Bogotá: Fondo de cultura económica.
·       Josiowicz, Alejandro. 2008. Cosmopolitismo y decadentismo en la literatura latinoamericana. Rama (re)lee a Martí junto a Rimbaud. En: Nómadas. Revista crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Nº18, Vol. 2.
·       Jiménez Panesso, David. 1994. “Fin de Siglo Decadencia y modernidad. Ensayos sobre el modernismo en Colombia”. Bogotá: Presencia
·       Jiménez Panesso, David. 2009. “Historia de la crítica literaria en Colombia. 1850-1950”. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
·       Martínez, Frédéric. 2001. “El Nacionalismo Cosmopolita. La referencia europea en la construcción nacional en Colombia, 1845-1900”. Bogotá: Banco de la República / Instituto Francés de Estudios Andinos.
·       Menton, Seymour. 1979. “El Cosmopolitismo”. En: Mentón, Seymour. El Cuento hispanoamericano. Antología crítico-histórica. Volumen II. México: Fondo de Cultura Económica. P. 7.
·       Mora, Luis María. 1936. “Contertulios de la Gruta Simbólica”. Bogotá: Editorial Minerva, S.A.
·       Oyuela, Calixto. 1893. “Apuntes estéticos: I Del arte en general, su importancia, II Fondo y forma, III Inspiración y reflexión, IV Materia artística”. En: Revista Gris. Tomo I, No. 8, Pp. 257-264. Continúa: Tomo I, No. 9. Pp. 265-272. Continúa: Tomo I. No. 10. Pp. 309-316. Continúa: Tomo I. Nº. 11. Pp. 362-367.
·       Pogge, Thomas Winfried Menko. 2010. “Cosmopolitismo”. En: Precedente: anuario jurídico, enero-diciembre. Cali. Universidad Icesi. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Pp. 143-169.
·       Ponce Aguilera, Salomón. 1894. “Cuestión de nombres”. En: Revista Gris. Año II, N°7. Pp. 213-216
·       Ponce Aguilera, Salomón. 1894. “Armando Palacio Valdés”. En: Revista Gris. Año II. N°5. Pp. 143-155.
·       Revista Gris. 1892. En: Revista Gris. Año I. N°1.
·       Sanín Cano, Baldomero. “De lo exótico”. En: Revista Gris. Nº 9. Pp. 281-292.
·       Tirado, Ricardo M. “Traductores”. En: Revista Gris. Nº 7. Pp. 220-224.
·       1975. “Cosmopolitismo”. En: Diccionario Soviético de filosofía. Montevideo: Ediciones Pueblos Unidos. Versión en línea: http://www.filosofia.org/enc/ros/cosmop.htm. Fecha de consulta: 6 de marzo de 2014.







[1] Este artículo de investigación es derivado del proyecto El crítico de lo cultural en las publicaciones periódicas de 1900 a 1960. Una forma histórica del intelectual colombiano (2013-2016), ejecutado con recursos de la Convocatoria de proyectos de investigación de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes (2012), financiada por el Comité para el Desarrollo de la Investigación (CODI) de la Universidad de Antioquia; también se inscribe en el marco de la Estrategia de sostenibilidad para grupos de investigación CODI 2013-2014. 
[2] Integrante del grupo de investigación Colombia: tradiciones de la palabra (categoría B Colciencias) en calidad de estudiante de pregrado en formación; beneficiada con el estímulo Joven Investigadora Universidad de Antioquia 2014.
[3] Éste último porque, según dice Salomón Ponce Aguilera, en un artículo a él dedicado, fue uno de los pocos escritores españoles que supo traspasar los límites de la censura en España: “Palacio Valdés para contestar á las censuras que los envidiosos le han hecho, afirma que el Arte no tiene otros límites que los de la realidad, es decir, ningunos.” (146).
[4] Es importante aclarar que Revista Gris está traspasada en su totalidad por estas ideas nacientes ya mencionadas, no sólo en sus textos críticos, sino también en las producciones literarias publicadas en ella; es decir, cada publicación de la Revista da plena cuenta de los marcados ideales de sus directores e integrantes.

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